martes, 7 de agosto de 2012

Indomable: Una película para madres e hijas

Indomable (Brave, 2012), Valiente en Latinoamérica, es una película que está hecha para mí, como si fuera de encargo. Pixar a la cabeza (aunque me negué a ver Cars 2), la protagonista es una chica de armas tomar, tiene lugar en Escocia, una nación a la que tengo mucho cariño, con actores escoceses de verdad, o que saben hablar con acento escocés, como mi queridísima Emma Thompson, y para rematarla, la música es de uno de mis compositores favoritos, Patrick Doyle (que también es escocés). Como extra, uno de los co-directores / co-guionistas es Steve Purcell, conocido por los cómics de Sam & Max, y por ser ilustrador de las aventuras gráficas de la época dorada de LucasArts, como The Secret of Monkey Island.

Iba preparada para que me gustara la película, pero con ciertas reservas. Había leído un par de reseñas que parecían decepcionadas con el resultado, más porque era más Disney que Pixar. Preocupada por que al final acabara siendo algo como Cars (2006) o Monsters Inc. (2001), dejé pasar una semana desde su estreno hasta que he ido a verla. Creo que el problema de estos críticos es que tenían unas expectativas estratosféricas, que ninguna película podría alcanzar, y no han llegado a darse cuenta de que Indomable es una pequeña maravilla, inusitada entre tanta tontería hollywoodiense.


Es cierto que por la premisa es una película de princesas a la Disney, como Mulan (1998), o la reciente Enredados (Tangled, 2010). Si la comparamos con Enredados, que ya me sorprendió gratísimamente, es tan o más divertida, de maravillosa factura visual, y con mejor banda sonora (vale, en esto mi opinión es muy parcial). Pero la princesa Merida, que es escocesa y no extremeña, no se limita a ser una aguerrida princesa que se forja su propio destino. Indomable trata sobre la relación entre una madre y una hija, su conflicto, en el que ninguna de las dos termina de estar equivocada o tener razón. Es mucho más sutil y humana que las películas de princesitas y magia, como La Bella y la Bestia (Beauty and the Beast, 1991), por ejemplo. Además, la película se atreve a subvertir las convenciones de los cuentos de hadas (atención, que os destripo la película hasta el final del párrafo): al final, el triunfo de la princesa no consiste en casarse con quien ella quiere, sino en que todos se casen con quien les dé la gana, y cuando mejor les venga, y eso no tiene que ser durante la película misma. 

Las mujeres son las que llevan la batuta: la reina (interpretada por Emma Thompson en inglés) tiene que enseñar a su hija a ser inteligente, porque los hombres son una panda de brutos y gamberros. El rey, bonachón y campechano, gobierna a golpe de carisma en lugar de estrategia. La reina pone las reglas, y la princesa las desafía; mientras que los hombres se dedican a las peleas de bar, ellas son las que dan el resto y luchan por el reino. La tercera fuerza en la película es una brujita, que sabe mucho más de lo que parece. Los hombres están para la comedia, mientras que las mujeres llevan el drama de la película.

Indomable no es perfecta, por supuesto. El típico momento de revelación es un poco forzado y parece salir de la nada. Los tres hermanos de la princesa son un poquito estereotípicos, y parece que los personajes les tratan más como mascotas que como personajes. Si me pones, son como el conejito Max de las historias de Steve Purcell, salvajes y siempre con hambre. Pero ahí se acaban mis objecciones.

Después de leer un poquito más sobre la película, me entero que iba a ser la primera película de Pixar dirigida por una mujer, pero la despidieron cuando ya llevaban 3/4 de la película hechos. Según las entrevistas, Indomable podía haber sido mucho más feminista y menos típica, lo que me entristece un poco. A ver si la próxima tenemos una película sobre mujeres, hecha por más mujeres, para que la vean madres e hijas juntas. De momento, si nos tenemos que conformar con Brave, no estamos demasiado mal.

Para acabar, os dejo con el trailer de la película en Japón, que presenta la película como si fuera la versión escocesa de La Princesa Mononoke (Mononoke-Hime, 1997).

jueves, 2 de agosto de 2012

La falsa promesa de Prometheus

Vi Prometheus (2012) la semana que se estrenó en EEUU, pero me he abstenido de escribir nada porque todavía me dura el cabreo. Como se estrena ahora en los países de habla hispana, quiero aprovechar para enviar mi advertencia: no perdáis el tiempo con Prometheus.

Puede que mis expectativas fueran demasiado exigentes. Las dos películas de ciencia ficción que había dirigido Ridley Scott, Alien: El Octavo Pasajero (1979) y Blade Runner (1982), aparecen perennemente en las listas de mejores películas del género. Los dos vídeos virales, una TED talk con Guy Pearce y un anuncio de androides con Michael Fassbender, eran para que se te hiciera la boca agua. Pero al final parece que, por una vez, el márketing tenía mejor idea de lo que iba la película. No os quiero hacer perder el tiempo con una larga crónica de una película que no la merece. Así que aquí va el resumen:
  • Un desperdicio de reparto, quienes tienen que bregar con personajes que se empeñan en vocalizar sus motivaciones de la manera más estúpida posible.
  • Un guión patoso que se empeña en demonstrar que los guionistas no han visto las películas de Alien recientemente. A los que van de bohemios pueda que les parezca que el argumento confuso es para hacer pensar al público, que hay que verla más veces, cuando en realidad los primeros que no parecen haber pensado son los guionistas y la película no tiene ni pies ni cabeza. Damon Lindelof parece que se ha traído lo peor de la serie Perdidos (Lost, 2004), para situarlo en un planeta lejano.
  • Visualmente es manida y con poco lustre, algo que nunca pensé que se podría decir de una película de Ridley Scott.
Si os gusta la ciencia ficción, ved los vídeos virales, que os he puesto abajo. Luego revisitad Alien, o Aliens (1986), o Blade Runner, lo que más os apetezca. Vuestras pupilas y vuestros bolsillos os lo agradecerán.